Los franceses la habían llamado el "arpa del diablo". . .
¡¡Esos cabrones van a volver!! . . .
Era media tarde cuando los escoceses lanzaron el segundo ataque, pero este asalto a diferencia del primero, no llegó precipitadamente detrás de los arqueros en fuga. Esta vez los arqueros estaban alineados para recibir la carga y las flechas cubrieron el cielo como una bandada de estorninos.
Los escoceses se encontraron en esta ocasión con más del doble de arqueros, y la carga, que había empezado con tanta confianza, se ralentizó hasta que pareció reptar y acabó totalmente detenida cuando los hombres se agacharon bajo los escudos.
Los escoceses no pensaban en retirarse, pero tampoco podían avanzar y, durante un rato, las flechas no pararon de clavarse en los escudos y cuerpos expuestos sin protección., finalmente se retiraron, y el campo teñido de rojo, volvió a una aparente calma.
Los tambores ya no sonaban y tampoco se intercambiaban insultos a tráves de los infectos pastos.
Los ingleses se empezaron a mostrar pesimistas. El enemigo, argumentaban, nunca volvería a exponerse a lo que el arzobispo había descrito como un bautismo de flechas.
-Esos cabrones se escabullirán hacia el norte -predijo el arzobispo-.
Que el Señor maldiga sus almas perras!!.
Extracto del libro "La Batalla de Grial". Continuará . . .
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